Tomoko: (17) La mujer me dijo que, cuando los cristianos todavía no habían reconquistado la ciudad, vivía en Granada una princesa que tenía los ojos bellísimos.
(18) Nadie había visto antes unos ojos iguales, ni siquiera los artistas habían podido pintar o esculpir ojos parecidos.
(19) Los ojos de la princesa, que asemejaban a la noche sin luna por ser negros y profundos, enamoraban a todos los hombres que los miraban.
(20) Un día la princesa comenzó a amar a un valiente guerrero, que no le prestaba ninguna atención.
(21) Parecía que los ojos de la princesa habían perdido el poder de enamorar a los hombres y, desesperada, pidió ayuda a una vieja criada que siempre había tenido fama de saber resolver cualquier problema.
(22) La vieja le contestó que la Luna envidiaba sus ojos y que para solucionar su problema debía pedir a la Luna llena el amor del guerrero.
(23) Una noche la princesa habló con la Luna llena y le ofreció cualquier cosa a cambio del amor del guerrero.
(24) La princesa consiguió el amor del guerrero, pero nunca lo miró de cerca, porque sus ojos son aquellas dos estrellas que brillan junto a la Luna.
Juan: (25) ¡Qué bonito!
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